HÉCTOR YUNES LANDA
LA MESA DE LA VERDAD O LA VERDAD SOBRE LA MESA
Ya en plenas campañas presidenciales hemos visto a los cuatro candidatos recorrer el país presentando sus propuestas, exponiendo sus proyectos de nación y alentando a los militantes de todas las latitudes a votar y a unirse para alcanzar la victoria el primero de julio.
Todo iba relativamente bien, hasta que las encuestas dejaron ver que la candidata del PAN está retrocediendo, al grado de disputarle el tercer lugar a López Obrador, y comenzó a preocuparse. Ahora, la nueva estrategia de campaña del blanquiazul es la que mejor le caracteriza: la del ataque y la guerra sucia. Una vez que los números dejaron en claro que el PAN iba a la baja, de error en error, los perversos estrategas de Vázquez Mota dejaron a un lado su máscara de civilidad pretendida y emprendieron una campaña de ataques a los candidatos de los demás partidos.
Primero en contra de Enrique Peña Nieto, candidato puntero y líder en las encuestas de opinión, acusándolo de mentir respecto a sus más de 600 compromisos cumplidos. El equipo de Josefina Vázquez Mota ocupó todo su tiempo y esfuerzo en pretender comprobar que los compromisos de Peña Nieto no habían sido una realidad, y convocaron a un ejercicio de debate – en principio propuesto por el PRI- al pie de una de las obras que, según ellos, no había sido terminada. Y se equivocaron.
Resultó que la obra en cuestión no formaba parte de la lista de compromisos asumidos por Peña Nieto en su Campaña a Gobernador, sino que, al ser desenmascarados por una comisión de miembros del Revolucionario Institucional, se fueron por la tangente y no se dedicaron más que a ofender e injuriar.
La supuesta obra que los panistas ubicaron como el compromiso 127 en la avenida López Mateos a la altura de la vialidad Puente de Vigas, Tlalnepantla, realmente se trataba de un distribuidor vial que se está construyendo con recursos del Fondo Metropolitano, y que no corresponde al llamado compromiso 127 del listado de obras cumplidas por el candidato del PRI. Los panistas llegaron al lugar entre un barullo de insultos y escándalos, montaron la llamada “Mesa de la Verdad” y pusieron pantallas donde se repetían una y otra vez los spots en los que afirman que Peña Nieto mentía.
Los representantes del PRI llegaron a la cita acordada más por cuestión de palabra y compromiso, que de afrenta, pues estaba claro que el motivo de dicha reunión no era la construcción de un diálogo, sino una burda emboscada que buscaba denostar los compromisos hechos con la gente y un proyecto de nación que quiere unir y no dividir.
Al final, esta Mesa de la verdad no fue más que un cruce de objeciones, sin aportes, sin finalidad y sin sentido, que dejó muy en claro lo que debemos esperar de los panistas en este proceso electoral. Como se ha expresado en un programa de televisión especializado: los panistas ni siquiera saben donde se ubican las obras cumplidas por Enrique Peña Nieto y el “Señor Madero decía llevar misiles, y no llegaron ni a cohetes chinos; no cabe duda que el PAN y su candidata están perdidos y no tienen ni una brújula”.
Es triste darse cuenta de todo el daño que estas campañas de desprestigio y lodo provocan a las prácticas democráticas en nuestro país. Desde el inicio de las campañas presidenciales, tres de los candidatos se han dedicado a proponer y a dar cada uno su punto de vista acerca de cómo deben solucionarse las cosas en el país.
Por el contrario, la candidata que ofrece ser “diferente” sigue el tenor de enfrentamiento y división que el PAN tiene como única propuesta, tal como vienen haciendo desde 2006, cuando enlodaron al candidato de la izquierda, y después pretendieron convocar al diálogo. Al verse rebasada, incluso por el candidato de la izquierda, al sentirse débil, Vázquez Mota ha comenzado una labor destructiva. En vez de construir, a uno le dice mentiroso y al otro trasnochado, acabando con ese sueño que tenemos todos los mexicanos que se llama democracia; pero sobre todo, a lastimar la relación con las otras fuerzas políticas que posteriormente serán indispensables para gobernar y relizar una buena gestión.
Por un momento pareció que por fin el proceso electoral era civilizado y propositivo y se conducía con templanza y equilibrio, sin embargo, el encanto duró muy poco, y lo que nos podemos esperar al menos de los panistas en los meses que restan de campaña es tan sólo una ráfaga de injurias que sólo lastiman el proceso electoral, destruyen la práctica democrática y nos dejan en mal a todos los mexicanos.
Insisto: no sólo hay que pensar en ganar una elección, lo cual ha sido la obsesión fallida del PAN; si realmente se quiere a México y se desea sacarlo adelante de sus graves problemas, es imprescindible pensar que quien llegue a la Presidencia de la República, requerirá sin duda del resto de las fuerzas políticas para poder realizar una gestión de gobierno que sirva a los mexicanos. Por supuesto esa es una visión de Hombre de Estado, en la que se sustenta la actitud decente, amable e integradora, que mantiene Peña Nieto, a diferencia de la reyerta y la división que han sido la constante del PAN y sus malos gobiernos.
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